jueves, 25 de marzo de 2010


Siempre en la misma esquina como esperando algo, observando todo, la soledad lo acompañaba.
Aquel simpático viejito viendo el tiempo pasar, su mirada tan triste, tan alegre.
Pasaban días y días, semanas y semanas, y el siempre allí.
¿Qué esperaba? No se,
¿Quién lo sabe? Solo el talvez.
Una mezcla de simpatía, ternura y lastima me obligaron a acercarme poco a poco a el.
Amigos nos hicimos con el tiempo, charlábamos largas horas sentados en aquel banquillo, pero a pesar de estar acompañado parecía sentirse solo…
Ese corazón esperando algo…
¿Qué?
Nunca se lo pregunte.
Con el tiempo el anciano dejo de ir a aquel banquito, comencé a sentirme solo, pero siempre pasaba por esa esquina para ver si el estaba allí.
Y ya, de pronto, deje de preguntarme lo que el esperaba…

Ann!

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